Vicisitudes lorquianas de una tarde de granados.

Tal vez cuando nos alejemos más de ella
la encontraremos más cercana.
Tal vez cuando menos pulso
más vivo el poema.

¿Se imagina las orugas comedoras de ángeles?

Tal vez mariposas poetéticas
en calcio vitrificado
con las letras en recuerdo de otros.

Tal vez cuanta más alta la cima
y construyamos torres de libros
más propicios para el incendio.

Porque dios ya no juega a los dados.

¿Se altera su transfusión?

No creo que vaya a quedar
tronco resuelto
a tanta infamia.

Rotura.
Rotura.
Rotura.

¿Qué diablos dinamita este dinamo de lenguas?

La poesía necesita sangre universal
y nosotros no somos más que un RH negativo.

Lluïsa Lladó.

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