Incertidumbre

Cuando anunciaron la borrasca:

cubos de agua emanaron del cielo,

en una sátira de la improvisación 

que anegó la semana.


La capital de tu cuerpo, 

para los ojos del microscopio,

era un campo otoñal 

con corruptas semillas del bosque.


Demasiada anestesia

que caudal baja por las calles

en los abrazos maternos cómo una arandela: 

inserto en el ànima feriante

del zoo de la vida.


Abrazar la higuera y pedir por burofax 

que sea yo la que padezca cada una 

de las inclinaciones de la riada.


La espera tarántula 

de los que aguardan la luz 

desde los barrancos.

Este resultado tan real 

como la muerte de los insectos 

ante el agua implacable 

que vomita en el alcantarillado.










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