Dominó
Esta noche puede tocar el timbre Willem Dafoe.
Con la entrega online de un pedido,
y preocupado por su bicicleta contar el cambio dos veces.
"En el poema yo decido quien blasfema
o calla. No deja de ser un abrevadero
de ensoñaciones. Porque en una vida
cien vidas no caben".
Y yo reclamaría por teléfono que la pizza está fría
y el capataz de la multinacional con nombre de juego, volvería a enviar a Willem Dafoe.
Harto de ir en dos ruedas
en una ciudad cada vez más invernal.
Subiría la escalera con un chasquido de mandíbula para entregar una comanda sin propina.
Cabalgar en un vehículo
con el motor de sus piernas
no compensa el desgaste,
pues, ir en bicicleta hasta el extrarradio
implica que por la ley del termostato
todo quede insípido.
Es de menester caldear el verso,
hacerlo mullido para sopesar la caída.
No todo es verídico ni siquiera el ojo que lo mira
ni la excusa que expone a su sangre.
Ni las palabras extra de queso.
Ni la masa vocal en la boca.
Y sonriente le dije:
-Tú ibas pa'l cinema. Pero, te quedaste en una
de las cuatro estaciones.
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