Azucarera

 

Y me dejó descolocada
cómo la antítesis de una yonqui
que rechaza la posibilidad de un terrón de azúcar.
Una rótula, rebote en un raqueta de tenis.
Con la cabeza en un cubículo
y el cuerpo en la guillotina.
Así se quedan los cuerpos
cuando pierden los celestes.
Y te quedas quieta en una línea recta
del mapa.
No sabes qué ha ocurrido
y tal vez el otro construyó su pena
mientras tú reparaste
con figuritas de lego un puente.
Qué mal para la inventora de poemas.
Qué sintió la vergüenza
de un vaquero blanco
con la mancha roja de una regla desproporcionada.
Qué piensa que la verdad mora
en los músculos y el ruido
de los pájaros. Decepción
contraria a la concepción versus.
Lobos de mar en latas de anchoas.
Y la esperanza.
Sí, mácula y con hendidura.
Allí, roja, decapitada y "ansiolítica".
Cómo la vieja leona que soy.
Recogiendo sus trozos.

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