Transfiguración

En el doble vuelo con turbulencias,
del mareo de las cervicales
realizo la pirueta de los organillos.

Con el consentimiento de la letra
a moverse azarosamente
de un lugar a otro
en el poema.

Y el cansancio de cinco aviones
en una semana.
Los vaivenes.
La purga de las colas.

Y una pensión blanca
con las luces de los taxis
atravesando un visillo de poliéster.

Porque detrás del faro.
De la montaña.
De la nube gorda de borrasca.
De la risueña melancolía
enmarcada en ángulos desconocidos.
Después del río.
La barbilla.
El vaso Barlovento.
Los caminos.
La risa, el riso y lo rose.
Existe el verdadero enigma.
Lo que te apacigua la bestia.
La razón de que te rompas los huesos.
Y cantes con las cuerdas vocales
sosteniendo cubos de agua.
La gente.
La gente gestante de poemas.
Y su acuífero.
Dispuesto a sedar la sed de los polizones.

La gente que lee. Que comparte.
Que escribe. Que compra libros.
Y esa es.
La que yo tolero.
La que de su sencillez.
Puede con todo.

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