Homeopatía.

Cuándo está convaleciente
siempre la vieja gata
se acurruca 
sobre su pecho, para aliviar el mal del corazón,

Otras encima de sus ovarios
cuando aquejada por la regla
se hincha el vientre
como un globo.

Es homeógata.

Siempre a su vera,
con su calor que no se compra,
mullida como un sueño
de cabeza reposada
sobre un saco
de trigo negro.

El miércoles, ella no acudió.
Fue el macho de mancha nata
en su torso felino
el que se acercó (Él, es un quejicoso
siempre llora)
a sus dorsales
e inexplicablemente
se quedó dormida con un sueño reparador.

Resulta, que él,
también, homeógato.

Y la llenan de mimos
y ternura, los quiere,
y ya no sabe vivir sin ellos.

Piensa en los cachorros,
le gustaban.

Eran muy agradecidos con la vida.

Y muy listos.

Ellos también serán homeógatas.

Espero
que no sean abandonados 
como yo.







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