JUEGO DE TRONOS
I
Mala, la llama,
no es que sea una dromedario
es el apelativo que él ha bordado
en su babero de cuadros sin gas.
Mala,
como la espiga en globo,
la raspa en faringe,
la astilla en huella de mano,
que duele apenas un lunar rojo en carne.
Mala alma.
II
Cuando los topos negros
viajan a la mazmorra
y cuelgan dos sombras
en cada oreja,
lustrosas ellas exhiben,
la joya impertinente del dolor.
III
Supongo que un día perdí
el llavero con mando
que abría la puerta garaje
de mis sentimientos.
IV
Si tú supieras
los cipreses clavados de mi espalda
que erguidos buscan
como prótesis metálicas,
titanio,
grapas,
una operación quirúrgica
de regreso a la fe,
de la gente, del tranvía llamado No Existe,
de mi altanería barata,
de pretender verde de rodillas
con mi tacón clavado
en tus dorsales.
Acaso no has visto
la marca en mis muñecas,
el pantalón de costura tuerta
que invade mi alma mala,
mala,
mala,
como él me llama.
V
Un día fuimos pan,
ángeles sin familia,
el ángulo de algún acuario,
presa de mi amor por ti,
un día,
no recuerdo, en que emisora de radio
ni a que cilindro de disco
pertenecía nuestra voraz famélica,
poder a partes iguales
la lujuria compartida
y la desconfianza,
mucha desconfianza:
Cuerpos desnudos
y sin embargo el pensamiento vestido y oculto.
VI
Huyo pero tu energía me atrapa,
como una gamuza
y ya no entiendo nada,
me vuelvo buena
con tulipanes plantados y un can que ladra mi espera.
Mala no, no soy mala,
son vuestros ojos
que ven vuestra áurea.
Quiero ser libálula
y que cada ala
muerda el nombre
cuando te ame la garganta.
Pero en este carril de autovía,
dudo,
que sea la entrada
y el peaje es muy caro.
Yo no puedo comprarte
ni vendiendo al diablo mi alma,
para ser mala.
Mala, la llama,
no es que sea una dromedario
es el apelativo que él ha bordado
en su babero de cuadros sin gas.
Mala,
como la espiga en globo,
la raspa en faringe,
la astilla en huella de mano,
que duele apenas un lunar rojo en carne.
Mala alma.
II
Cuando los topos negros
viajan a la mazmorra
y cuelgan dos sombras
en cada oreja,
lustrosas ellas exhiben,
la joya impertinente del dolor.
III
Supongo que un día perdí
el llavero con mando
que abría la puerta garaje
de mis sentimientos.
IV
Si tú supieras
los cipreses clavados de mi espalda
que erguidos buscan
como prótesis metálicas,
titanio,
grapas,
una operación quirúrgica
de regreso a la fe,
de la gente, del tranvía llamado No Existe,
de mi altanería barata,
de pretender verde de rodillas
con mi tacón clavado
en tus dorsales.
Acaso no has visto
la marca en mis muñecas,
el pantalón de costura tuerta
que invade mi alma mala,
mala,
mala,
como él me llama.
V
Un día fuimos pan,
ángeles sin familia,
el ángulo de algún acuario,
presa de mi amor por ti,
un día,
no recuerdo, en que emisora de radio
ni a que cilindro de disco
pertenecía nuestra voraz famélica,
poder a partes iguales
la lujuria compartida
y la desconfianza,
mucha desconfianza:
Cuerpos desnudos
y sin embargo el pensamiento vestido y oculto.
VI
Huyo pero tu energía me atrapa,
como una gamuza
y ya no entiendo nada,
me vuelvo buena
con tulipanes plantados y un can que ladra mi espera.
Mala no, no soy mala,
son vuestros ojos
que ven vuestra áurea.
Quiero ser libálula
y que cada ala
muerda el nombre
cuando te ame la garganta.
Pero en este carril de autovía,
dudo,
que sea la entrada
y el peaje es muy caro.
Yo no puedo comprarte
ni vendiendo al diablo mi alma,
para ser mala.
Pocos se atreven a mirarse al espejo, les da miedo lo que refleja.
ResponderEliminarUn beso.
Muchas gracias Mercedes Dueñas por ser una de mis seguidoras más fieles.Muaks!!!
EliminarTanto el diablo como tú autovía soís carísimos.Mejor carretera convencional y un ángel.Y ser bien haga.
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