VIDEOJUEGO LIFE

Abría la maneta del grifo
y se mojaba
las manos.

La trenza rezaba
en canasta
y una goma
de un paquete de galletas
la cerraba
en un beso
ahogado.

Cogía su mochila
y planchaba
el uniforme
con los dedos,
tenacillas
de carne.

Luego buscaba
a su abuela
pero ella
huyó
en una ambulancia
del Samur
para no volver.

Nunca se despidieron.

El colegio
son dos semáforos
y una carretera.

La poesía,
su sombra.

Ella nunca habla con nadie
juega con tapones de botellas
y oye como cantan
desde una ventana-cumpleaños
las niñas-espalda.

Cuando el botón no es abrochado
por nadie
y la nada
te acuna en una cama compartida
por un abuelo ludópata.

Cuando para apagar la luz
uno se levanta
y regresa a las mantas
a oscuras.

Una se enamora de un papel
y un bolígrafo
para inventar una familia
y un cuento
con perdices
envasadas al vacío.

Ahora que la melena
fue barrida por la peluquera.

Y las venden
en la sección de congelados
de una ciudad exiliada.

Aún sigue buscando
el regreso de la sirena
que le devuelva a su yaya
y escribe estrofas
sin partitura:

-Camarero,
sirva otra copa más.


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