Rotura

Álamos que guarecen 

las costillas de una mariposa:

la respiración del grito en el pozo 

y nadie escucha el litigio 

del puño con la cuerda,

para escapar de la ciénega 

con la asfixia del que muere.


A veces el cansancio del enfermo 

te amputa las piernas,

y quieres recorrer los campo de amapolas,

y rasgar con los ojos 

el amor aceite de los árboles 

con sus crines.


Eres una mujer 

con dos balazos por dentro, 

que supura con el halo

la voz de los incendios en la casa de los niños.


Tú quieres izar

este cuerpo roto, 

pero el viento que habita bronquial 

tu quejido de terciopelo 

empuja la polea a la noche.


Tú quieres coger tu lastre 

y cometa cruzar como un galgo moribundo 

la última gota de agua 

que calme el abandono.

Hoy todo se queda sin aire:

una vocal abierta, 

una boca sello, 

una pregunta navaja.


Y hasta la lágrima 

que recorre tu mejilla 

te ahoga.

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