Poeta en su paraíso
Aquí podría cercenar el tulipán,
recorrer hasta la lengua exhausta
los milímetros que separan un corte
de una corte.
Ser la espada tras la muralla
que desdibuja
la verdad de una mentira,
el acicalamiento hostil
de los que exigen en la transacción monetaria.
Imperfecto demacrado
en su radioactividad evidente,
del sarcasmo monje de la fe y la diabetes.
Respetemos el silencio.
La cuesta abajo, la generosidad del vendaval
que narcótico ejerce
de paz.
La huida del poeta,
con su atrincheramiento en paisajes lunares
y predecir el futuro
sostenido con el meñique
sobre un punto
de inflexión.
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