El alba café

Una niebla naranja cubría el cielo,
amanecía árbol
y la quietud estaba metida en
un pan
gigante.
Una pesadilla me despertó con el metal
de una moneda en la lengua.
De esas fracciones donde correr
hacia la luz que cegó
no importa. Pero existen las otras,
las de un péndulo gris
que te tiñe tala
tentando
y te quedas con el ensimismamiento
de un domingo embutido 
de espuma.

El café puede ser un buen
amigo
de la soledad.

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