Cheque

Tú, de la mano a la espalda, como un tren recorriendo las vértebras.
Entregado al musgo,
a la tragedia del tirano sin cátedra.
Estás a mi vera, cacho de ángel,
hombre elefante de corazón malva.

Hombre del amparo.
De la cruz en el ruego, y de la calma sin blíster.
Cuando me cuidas igual que el rocío
sobre el azulejo. Y coges mi pena
y la vistes de encaje.

Mi hombre ratón, que con sus ojos
mora los agujeros de la tapia
que sostiene mi casa.
El hombre puerta. El hombre ventana.
El romero en el lavabo.
Riel de todas las causas pendientes.
Porque el amor no es la mejor pose
de Playboy, ni los asaltos al vagón trece.
Ni el torso depilado.
Ni la cena de conchas vacías.
Es que estés cerca en mi desventura,
y cures la herida con lengua de gasa. Es tenerte cerca con la anestesia nublando aún mi mente.
Y hallar tus trozos para asir
la incertidumbre.
No necesito un héroe.
Tú, de la mano a la espalda.
Recorriendo mi fe, el aullido de la salvación.
Eso es amor y lo demás pornografía
de canales de pago.

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