EL CONGELADOR MICROONDAS
Cuando era niña
siempre estuve enamorada
del muñeco de nieve.
Le miraba desde la cúspide del abeto
y veía como la zanahoria
le brillaba en la noche
sin respiración.
Salía en la penumbra nocturna
y ataba una bufanda
en su cuello-alabastro.
Mis familiares desaprobaban
mi amor enfermizo.
Arrastraba su cuerpo albino
a la morada
hasta que la chimenea
lo fulminaba
en un charco seminal.
Muñeco de nieve
y Papa Noel:
el dulce de chocolate
abrigado
con gabardina plateada,
que desnudo
es hueco
y sin cara.
Te añoro.
Y en un placentero "revival"
sumerjo el hielo
en el café ébano
de mi vaso.
Pues las apareciencias engañan
y aún quedan quemaduras
de tu gelidez
en mi piel.
Hombre-luna
y labios mentirosos
ven a morar
al jardín.
I like
tu silueta en la noche
observando,
asomada
en la ventana.
sin ropa.
Lluïsa Lladó.
siempre estuve enamorada
del muñeco de nieve.
Le miraba desde la cúspide del abeto
y veía como la zanahoria
le brillaba en la noche
sin respiración.
Salía en la penumbra nocturna
y ataba una bufanda
en su cuello-alabastro.
Mis familiares desaprobaban
mi amor enfermizo.
Arrastraba su cuerpo albino
a la morada
hasta que la chimenea
lo fulminaba
en un charco seminal.
Muñeco de nieve
y Papa Noel:
el dulce de chocolate
abrigado
con gabardina plateada,
que desnudo
es hueco
y sin cara.
Te añoro.
Y en un placentero "revival"
sumerjo el hielo
en el café ébano
de mi vaso.
Pues las apareciencias engañan
y aún quedan quemaduras
de tu gelidez
en mi piel.
Hombre-luna
y labios mentirosos
ven a morar
al jardín.
I like
tu silueta en la noche
observando,
asomada
en la ventana.
sin ropa.
Lluïsa Lladó.
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