DORMIR Y DESPERTAR PARA MORIR
El lavavajillas pasó de estado soltero
a vivir sin compromiso.
Las tuercas apretadas,
el filtro limpio
y la hélice sin su helicóptero
que no viajaba
a ninguna parte.
Le diste la vida
la misma que yo perdía
mientras tus brazos dibujaban mi cuerpo.
En ese hotel de cero estrellas,
tu sueño y aún en las pesadillas
me nombrabas
y conmocionada
notaba tu ósculo
en la frente
y en las vértebras...
Y la cocina
ante tanta pena
lloró
desconsolada
La lluvia dentro de la casa era tan intensa
que inundó
el suelo rojo
y acabaron las gotas
desbordadas en el techo
de la vecina
Ni el nenúfar violáceo
pudo enraizar ante tanta cascada salina,
subiendo doña Eduardo
con un cubo y una fregona-pulpo.
Lloraban las puertas,
los cajones huecos,
los pies de los armarios
y las manos de las paredes.
Y sacaste un pañuelo
de tela de chándal
y me consolaste.
Y musitando una bella canción cubana
se secaron como un desierto las estancias.
Brujo,
te llamé Brujo.
y después de un incendio
y de un maremoto
todo quedó igual que siempre,
excepto una ristra de fotos mojadas.
Y este sentimiento
que quema
y ni con nada se apaga.
Todo lo que se enciende se apaga.Muuuuu chulo,como siempre.
ResponderEliminarjajajajaj si ya he aprendido la lección.los diferenciales también con la nevera vacía.
ResponderEliminarJoder Lluísa! Que noche debió ser, para el huerto del hortelano.Asi que todo lo sé enciende se apaga? Joder, vuelve a darle al interruptor, please!
ResponderEliminarBesos Lladó.
Vicente eres un crack...muy listo
ResponderEliminar