CUMPLEBAÑO,FELIZ VINO AFEITARSE A MI CASA.

Cuando el venedicto
no es halagüeño.

Y te sientas delante de una carta cerrada
y la lees a través de su sello,
como si se tratara de la soledad sentida
en una habitación blanca con un cuadro.

Y te sientes igual que un cuerpo
después de la quimioterapia.

Con los codos roídos
y las rodillas limadas
por caminar,
deambular,
arrastrar
a cuatro palos
de cerezo.

Por tu vida
y mi muerte.

Con la náusea de un mundo con armas de destrucción masiva,
las córneas cobrizas
y los mechones desprendiéndose como las hojas de la higuera.

El desamor desangrado
que con tu presencia se torna hemorragia.

Y celoso prendiste mi guillete
para rasurar tu barbilla
y a oscuras
pintando de gris el espejo
lloraban vino
los cortes de un afeitado en penumbra.

Apagastes la luz de mi baño
el mismo iluminado por mis fantasía eróticas
porque eres Otelo.

Y salpicado el lavabo
la toalla se impregnó de tu olor maldito.

Y volví a enfermar...
Calambres,
fiebre...
Y como la araña encogí el espíritu de mis patas:
ocho llagas,
y en la consulta
me prescribieron veneno
parches de sanguijuelas.

Dos afeitados: uno en mis piernas
otro en tu cara.

Una toalla y que bien viven los amigos de Hallowee.

Volviendonos a casar como lo hacen los beduinos
un pan para dos bocas.

                           LLUISA LLADÓ.

                                     


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