Delito converso

Cuando era niña todo era pecado
las monjas voladoras nos araban la mente
mientras aprendimos a cerrar las piernas
al sentarnos encima de nuestras conciencias.

La libertad vino con el verano
y alcohólico pasamos de sólo mujeres
a los pabellones mixtos.

Poder expresarse.
Tal vez sea un capricho.
Mas muchas han quemado sus bragas
para que su luz fuera
el pan de nuestras hijas.

Qué sucede cuándo se transgrede
la frontera.
Te meten en escaparates mediáticos.
Te liberan a los minitauros
impunes para que otros sigan su jerga.

Estela de sangre.
Corrupción beatificada, tan usual
en los páramos de Quijote.
Que parece un tinto de mesa
en todas las canciones de moda.
Que el dinero compra permisos,
certificados,
pelotas,
mausoleos.

Y hasta devotos.

Cuando era niña todo era pecado.
Y la justicia era quedarse
antes de las ocho en casa.
Ahora no llevan el verde textil de la guerra
pero siguen atacando en esta bélica basura
a las incalculables rosas.

Trece más mil, bastantes.

La culpa fue haber nacido mujer.

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