Insuficiencia cardíaca.

Las luces de los guateques son lustrosas,
pero, si tú no yaces bajo ellas,
estoy en el apagón de una escalera de incendios.

La rosaleda
que crece estampada en el vestido,
sin agua se seca cortada.

Para qué quiero fucsia.
Para qué quiero cuchillo.

Dime, para qué si el sílex de tu lengua 
rasga las bolsas de plástico.

Tu demora hace que una silla esté vacía,
el amianto ya no protege del helor,
del espejo que me devuelve a la concubina.

Dime, para qué.
De qué utilidad poseer el carné de identidad
de los viandantes,
si tu boca no resbala en mi carmín, 
y te llamo a cada verso que prodigo
y tú no vienes,
nunca a rescatarme detrás del portal
del karma,
de la cal, polizonte de tu branquia,
siempre separados por las apariencias,
siempre, a solas con todos los electrodomésticos
del mundo.

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