Letras del Mediterráneo
Cuando era niña, mis abuelos siempre nos llevaban los domingos a pasear a bellas poblaciones mallorquinas. El tiempo pasó y con su ausencia descubrí que ellos estaban construyendo recuerdos para sus nietas. Por eso, cuando coincido con tantas personas a las que admiro o quiero, voy recogiendo, pedacito a pedacito, las miradas, los besos, las conversaciones, el latido de los aplausos en una pequeña caja que guardo en alguna galaxia de mi mente. Son recuerdos amigables, que reconfortan el ánimo y nos convierten en mejores personas.
Me siento orgullosa de residir en la ciudad de Castellón, y tengo la suerte de poseer un espíritu capaz de amar a dos tierras que son mis hogares, como dos amores.

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