Tomador de cartilla.

La tierra de los mosquitos asfixiados
con hendiduras llenas de bolsas
en un resurgimiento de Atlántida,
banco que sirve el convite de retretes
o cámaras acorazadas del cartón.

En esta noche pasada de vuelos,
de luces fóbicas que trasladan
la injuria del parpadeo
de tele y móviles en manos
de masturbación en línea.

Ferroviaria luz, espantos estomacales
alimentando un sopor sin credo,
en la agonía húmeda
de calles de gatos
que emigraron a las cloacas
mientras un colchón
cruje cien veranos
en los amantes que piensan
que los milagros existen
y dios no vive oculto
en su ratonera de cuatro estrellas.




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