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Mostrando entradas de abril, 2017

Prima de riesgo.

Los cisnes de graffiti en los muros con el brío de la hoja por vigilancia. La estimulación del quehacer de las horas, del tiempo con su informe de golondrinas, de visillos lavados, de señoras pompas de la vesícula y otras herramientas del cuerpo. La primavera dentro del carro de Alcampo. Las uvas secas. El vino de especias. La coloración sin amoniaco de un paisaje de ciudad previo a los rayos ultravioleta. El olor del bronceado, a los labios rojos, al mar. A la panificadora de hogazas de sueños.

Ruidos nocturnos.

Pueden seguir con sus lenguas serruchos con los picos con los pulgares apuntando hacia el infierno. Los membrillos de las delicias. Las playas mojadas de luna. Los ciclistas, molinillos de viento que siempre en constructiva con la crítica que grilla en los sótanos de los garajes. ¡Qué cri cri, cri, critiquen!

Botas de agua en los charcos danzando.

El vestido, la luna, el renacuajo, todo cuadra en los cuentos de niños sin bigotes, gatos locos de patas cortas. Miau. Romper el eco en la noche.

Canje

Si existe la felicidad para cada uno, por su lado, habremos llegado a un buen entendimiento. Hallar sin mirarse a las caras, con la cruz a cuestas cueste lo que cueste, boca abajo, en rampa, con los ojos taladrados por el poema.

Entrantes

Voy hacer un pincho en una tarde de cocina. El alambre atravesará la vianda, cada palabra, y luego sobre la paella se dorará hasta pulir los cantos. Para ser digerida con los dientes arrancando cada pedazo del revés.

Trámites

Hay hechos que no necesitan justificación alguna, como decir que al amor  le duele la cabeza. Tal vez son excusas de gaviota, de ángeles dormidos en metros hacia el extrarradio. Qué al amor la rueda le ha fallado y en la curva número siete ha fallecido.

Café ranking

Quisiera que el mirlo se equivocara y que los árboles trenzaran al ramaje para el evento, de la consanguinidad de las estaciones donde la tierra se mezcla con el alpiste y las playas emergen en dunas de gente en escarcha. No sé a dónde vamos, pero su severidad me estremece en este silencio de sábanas mojadas, de besos rotos por otros labios, cual guarece en prendido de pelo. Le hablo, con la taquigrafía de mis yemas almendros en depósito de mis raíces, y desconozco en que parte del mundo reside ni que agua es la impía que colma la sed del errante. Yo colecciono el recuerdo de sus ojos, e invento su presencia en pequeños paisajes de ventoleras. Paso araña, con paso de noche frente a su casa, y el abandono en cristal mira a la calle, a los trances que ocurrieron como una gasolinera que explotó sin previo aviso. Y es que los corazones se volvieron locos, y éramos demasiados en un bote que naufragaba por momentos, se nos cambió el amor, de cuerpos, de anaqueles, ...

La madre de todas las latas.

I Una lata vacía. II De una camioneta han lanzado una. III Una lata, esa lata, lata, aquella, lata es. IV Una lata vacía como un pueblo sin ideología, rodando por el asfalto. V Con el vacío del que no cree en nada ni nadie, en ópera conjunta con el ruido y el  retumbar del hueco. VI Una lata como una nave espacial en la misión perdida. Se detiene. Se para en eclipse, aguardando el próximo golpe. Con los ojos del mundo en ella.

Huracán de rebelión

Nace la rosa sobre la madera. Y la misa pone nombre. A lo desconocido. Sube un torrente inevitable a mi lado que empaña el juramento de que llorar reblandece entre una voz quebrada de hiatos sin hernia dando lugar al poeta de coágulos de mano alguacil de pecho registro de partida naranja de yodo, presa y amoniaco. Tras un telón verde. Y otros despidos improcedentes cerca del respirador de la cera. Y la broma de abril con un público de lavanda para aminorar las marchas con la música del humo. Sufrir el poeta hermano. Como rosas que brotan sobre el barniz en un miércoles de devotos al teorema de la amistad que es anilla hasta en el infierno.

Vellotero.

I La metamorfosis líada dentro del poro, estira su tallo hollín para romper la piel. Del camino minero hacia la luz de la raíz origen no siendo árbol ni flor. Vello enquistado buscando nacer en la epidermis planeta que lleva varias lunas porque él no entiende de alegrías y deja poblarse cuando la tristeza se siente desnuda en su cara. Del frío de la caricia y la barba anárquica acampando junto a una boca que se atrinchera y unos ojos como dos gotas de pupila, escribientes del bote conjuro de la tinta. Él, llora, pelo. II Lleva tres días sin afeitar. III En la cocina, un pastel da paso a la gula, y el hombre de aspecto gris le recrimina su gusto por fotografíar el ágape, y le aconseja poner la dulce instantánea a la vera mortuoria de los versos de su blogspot. IV Todos los forínculos pilosos tuvieron un espasmo. V Ante la indirecta, levanté los toldos y respondí, con la seguridad de un médico que diagnostica ...
http://www.google.es/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=33&cad=rja&uact=8&ved=0ahUKEwiKlbDXwanTAhXJWxQKHZ5WA-84HhAWCC0wAg&url=http%3A%2F%2Fwww.mundiario.com%2Farticulo%2Fcultura%2Fpoesia-castellon-plana-vive-momento-verdadero-esplendor%2F20170410183351085400.html&usg=AFQjCNHPDllMldVQuH57K3Ji2mOmtC01Zw&sig2=iaqF-LT76gzKOv9rvgZ3vA&bvm=bv.152479541,d.d24

ELGA REÁTEGUI: Lluïsa Lladó:“El amor y la humanidad son los pilar...

ELGA REÁTEGUI: Lluïsa Lladó:“El amor y la humanidad son los pilar... : La fotografía de un sepelio removió todo su ser. La espectadora cumplía años ese día en medio de una profunda tristeza, y la escena ...

Sin título.

Reconozco que no es fácil bregar con mi desbocada, que los que somos bohemios acusamos la actitud de la culpabilidad de la teleserie con el ego que se instala en su caravana y nos hacemos el amor ensimismados mirando al espejo del techo. Cuando camino un paso cinco son los tuyos y tanta divinidad encubierta de llanta y acero diezmado en el glotis tráquea adolece. Cariño voy en galgo y aunque la tortuga se esconde en mi vulgo raquídeo las fobias laten más que nunca y cada día es una guerra de col hervida para salir a la calle. Cada día y tú no de das cuenta. Al entrar en el vagón y noto un hierro obeso que imprenta me atraviesa con el sudor de la tila hasta que la crisis es estafada por el autocontrol. Por eso corro hacia la muerte y mi agenda es un desahucio continuo de vida. Quisiera paz de avellana sin la necesidad del plancton de nadar en el volar. Gracias compañero por aceptar los treces. Por estirar el cubo del pozo. Por mirar de lejos la...

La voluntad propia.

De la fragua de la guerra la peor parte, arrastrar al cadáver que agoniza, tras un camino vocal. Con la equivocada creencia de que respira, cuando es el eco de los álamos, de la maldición en noches, de la pretensión a montar ruedas en las piedras. Un bulto que te abraza al cuello con la ingratitud de matar al padre. Pesa en exceso, el que de los bandos sea yo la milicia que apuesta por la vida bajo la lluvia de balas, Con la sangre en los tinteros de la ropa abriendo abanicos con floral lunar. Con la sórdida pieza de abastecer la tapia para comprobar en aritmética que salvar a un muerto acaba en decimales. Y exepelios tras los otros, mientras el olor aterrado se mete dentro de ti en proyectil. Antes devoraba una década en cerciorar que la lucha se desintegraba en polvo. Ahora no debo permitir el lujo de los bolsos de marca, debo ser mordaz veneno para asumir que quien se vuelve invisible es por voluntad propia aunque nos cueste la herida en el dedo, ...

Cacahuetes

Nunca entiendo la escabrosa reverencia de cerrar la puerta a mi paso, cierras la puerta, cierras la puerta, cierras la puerta, como en un salón de espejos en una feria de muertos; te metes en la habitación y cierras la puerta, comes en la cocina o te recreas con una película y cierras la puerta, poniendo punto final a la presencia, lapidas la fotografía, la llenas de arena y cal, con la puerta en losa constante al aire circulatorio de mi voz y tus huesos. Cierras la puerta y me quedo aislada en el vertedero de tu vida. II Cuando era niña, y mi padre masacraba la casa de las muñecas y veía desde un dedal como se convertía en un tiburón descuartizando a mi madre. Cerraba la puerta. No quería ver ni escuchar. Tenía el miedo de una gota de orina. Pensaba en la falsedad que había huido de la carnicería. Cerraba la puerta y con los pulgares ahogaba al sonido de mis orejas. Cerraba la puerta. III Sumida en la mudez de una casa, la puerta estaba cer...

Dona sangre.

La velocidad de la sangre en una catedral humana, y las camillas con trapos verdes que pretenden al buen samaritano. Roja ilegal, por canales de Venecia mordiendo moras, en la galaxia de un interior de plástico y fauces. Ellos dan el oro de la vida, la donación de órganos como joyas de peatones que rodean al cordón ciclista de la enfermedad. La transfusión espera, y el descubrimiento de la dulzura más poética. Algunos estudiantes ya han dado su nota, otros devoran un bocadillo asidos a latas con azúcar. Una chica foránea bajo la túnica y un suero lleno de barro fabrica ceniceros para hospitales. ¿Quién se atreve a decir que somos distintos?

Cristal de metal.

Te he observado tras la vidriera, con la excusa de una costumbre olvidada que ha llegado a casa, y no deja quitarse los zapatos ni alzar la voz en alegrías. Estabas dormido con la nuca apuntado al norte, mientras se iluminaba tu forma desde la pantalla como un color que deseaba ser conquistado. Tres suspiros con la reencarnación en el recuerdo, de los pasos al dormitorio entre las coníferas y los sapos de un vídeo de Kenny G. Me lo contó el carmín de tu frente y la nota roja, que pervive en tu bolsillo derecho. Fingiré que soy tonta y me disfrazaré de rutina.

Retrasar el encuentro.

Desnudo un cuerpo aguarda la madrugada y viaja despacio con el momento en que la cerradura se abre como aquel portón del afluente que la lluvia se permitió el lujo de lubrificar su tierra. Le escucho entre el silencio de los pájaros, mientras mis ojos fingen un sueño. Mi otro yo, ha abierto la "tele" y sin desprenderse de la ropa del trabajo, empieza a visionar absurdos programas de productos con propiedades mágicas. El cuerpo se viste de pena. Antes su llegada era un festejo, los armarios giraban el rostro a los besos ruidosos de la noche. No se sabe muy bien, cuando ella fue el intercambio de un canal en desuso demasiado seco para ser luna.