THE



Lumbre.

En tarros de loza
o en cubos de cartón
así sobreviven las hojas marchitas
que maceradas
saben  amargas.

En latas de países exóticos
con colonias
y nombres de matices
en el bazar del gourmet.

Ellas viven secas
como pequeñas uvas
que centrifugadas
saben a beduinas fantasías.

Me amaste así
prensada por la pared de tu silueta
hasta fenecer inmóvil
de deseo.

Aprendí a ser té
y tus manos me aseaban
bajo el chorro
de la fuente

Una vez limpia
la tetera era mi alcázar
y sentía la hierbabuena
como  frotaba
su olor
en los pliegues innombrables
de codos
rodillas
nuca
y coxis.

Hasta quedar presa
y renacer catarata
en un vaso
adornado
con tus huellas.

Me amabas ,asida a tus muñecas
y tu chorro
germinó
en varón divino,
terrón azucarado.

Siempre el misionero
rezaba la misma plegaria
y esos ojos celestes
nunca gimieron.

Mis piernas selladas
eran cola de sirena
que aprendieron a ser flecos.

Hoy recuerdo
tu amor de espalda
de fontanería
urgente.

El sexo
que nunca
conoció
lo que ocurría
tras el jardín.

Sorbo la infusión
y veo que esa mujer
que dormía en tela de saco
sumergida
era poso.

Y mi tez descubrió un placer
que no lleva ni cordel
ni marca.

El sabor
de mezclar
frutos
y pétalos.

La gehisa se lavó la cara
y corre sin zapatos
por el bulevar.

Brasa.




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