Positiva optimista

Al final, siempre, te quedas
con el buen pan.
El abrazo sin ahogo.
La luz del camarero
cuando disimula el exceso de horas.
El paseo por el infierno
de una ciudad extraviada
y los transeúntes que te indican
el regreso a la estación.
Te quedas con el respeto de los pájaros,
la mañana de la gente
que saben que vivir de la poesía
es una utopía.
Con el ascensor de viaje compartido.
La espera en el baño.
La patata del plato ajeno.
Las voces, la verdad.
Una niña leyendo un libro.
Los hostales para gente trabajadora.
Que abren sus puertas
a los que no están empadronados
a la vida.
Te quedas con el buen pan de la honradez.
De la botella de agua a medias.
Con la poesía humana.
Un pan tan escaso.
Que una miga es un mundo.
Y maldices la jerarquía.
Y piensas en la sanidad que cuida a la enfermedad.
A tu madre con su post operatorio.
A la gente que me mira desde el autobús.
Con los libros igual que panes
del pensamiento lorquino.
Con la bondad.
Y aún piensas que el planeta
puede salvarse.

Y piensas si al caso...mañana dejo de escribir.
Hoy no toca.

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