Sin título.

Reconozco que no es fácil
bregar con mi desbocada,
que los que somos bohemios
acusamos la actitud de la culpabilidad
de la teleserie con el ego que se instala en su caravana y nos hacemos el amor
ensimismados mirando
al espejo del techo.

Cuando camino un paso
cinco son los tuyos
y tanta divinidad encubierta
de llanta y acero diezmado
en el glotis tráquea
adolece.

Cariño voy en galgo
y aunque la tortuga se esconde
en mi vulgo raquídeo
las fobias laten más que nunca
y cada día es una guerra de col hervida
para salir a la calle.

Cada día y tú no de das cuenta.
Al entrar en el vagón
y noto un hierro obeso
que imprenta me atraviesa
con el sudor de la tila
hasta que la crisis es estafada
por el autocontrol.

Por eso corro hacia la muerte
y mi agenda es un desahucio
continuo de vida.

Quisiera paz de avellana
sin la necesidad del plancton
de nadar en el volar.

Gracias compañero
por aceptar los treces.
Por estirar el cubo del pozo.

Por mirar de lejos
la cercanía de mi locura.
Cuando la pesadilla me abre los ojos
y convives con mi ruido.
Gracias por esta adúltera relación
de cohabitar con el poema.

No es nada fácil
y por eso y por tantos grillos
te amo.




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