Flama

Te has preguntado, en alguna ocasión, si el amor es realmente un visitante oportuno, que llega borracho a la casa errante y se aposenta en el catre más insospechado. Si, cuando te dispara al tuétano, de un modo indoloro, y te suministra su droga, hace, de su proceder, la incorrección, la gesta, de la curva peligrosa, de lo permisible como un incendio aparcado en doble fila, y te golpeas fuerte el pecho para aniquilar, con ahínco, la raíz escuálida y oculta, que busca salir a la superficie sombría. El amor inédito, el que atrofia las manivelas de los portales y finge una foto en el espejo. El irrenunciable y tan bochornoso que tomas, del rosal, las espinas y forjas del silencio una batalla. Para que, ni siquiera, se escuche el serpenteo de una imposibilidad tan absoluta que este veneno seca, en una ceguera, de yonqui almibarada, bajo el reflejo del faro de un coche en tus gafas de sol.