Melancolía melanina melamina
El verano, la extraña sismología, que lacera y contiene los recuerdos de las tardes de costas con el astro decapitado. Los ficheros informáticos de la celeridad estival: en tajos de sandía, picaduras de mosquitos y la efervescencia de la Cocacola rompiendo el hielo. Mi mirada que se asoma al sopor de ese transcurso de meses, de abuelos convertidos en arena, de conchas en las manos y de tiritas, en los pies, al estrenar sandalias en las noches de verbena. El temblor corporal ante el enamoramiento. La emoción materna de la bahía al abrazar el séquito leal de mis raíces. Colinas, chiringuitos, aftersun. Poesía estival del aroma de yodo que florece con la embriaguez de las estaciones. Añoro la vida, el reguero de agua que fluye, la estrella fugaz de agosto con la imposibilidad de una solicitud a los arcanos, por muchas lágrimas vertidas, de San Lorenzo.