Descansocial

Los domingos amanecen mangos pero saben a lima.

En el deambular por la acera
observo la mediana de los balcones con absurdos de liana,
con desplegadas, sedientas de los océanos
como bazares que venden sus útiles a los fantasmas,
a los viejos suicidas, a las arañas vasculares y nebulosas
de semillas y artilugios para los pájaros
con nidos de palo y tapones
tras los cristales sucios por las nefastas
y muchas ventanas vacías.

Y en el trascurso, el neón se desvanece, la bicicleta pierde las ruedas,
y percibes que del dolor han nacido las amapolas.

Un punto negro te atrapa en la distancia,
la distancia que existe sólo en la bruma
en que miramos los áticos del barrio,
con la intención de trepar a ellos
convertidos en hiedra, los miserables recuerdos,
los polizontes de domingos que a lima saben
y amanecen mangos de no sé que herramienta.



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