LA SUERTE PEINADA
Tú en mitad del portal indeciso desconoces la tijera que pulirá los cabellos endebles porque cambiar de cuerpo es como visitar una nueva peluquería hueles expectativo el champú y escuchas la conversación de una señora con gafas revista en mano. En el umbral pálido sin entrar la decisión fue tomada y la máquina rasuró tu olvido en patillas cortas que no pueden correr ni perdón. Sabes que peina mis cabellos, plancha mis abruptos y suaviza la asperezas. Solo sé que sus besos son manantiales y las golondrinas la sombra de sus dedos sobre mi tierra. Solo sé que he puesto mi pescuezo en su manos y si la cuchilla que blande sobre la yugular de mi cuello dormido en su pecho es mortal o benigna lo decidira la luz del alba y el último baile.