Deliberada constelación

Cuando escribo de la belleza me enojo con el manifiesto
de las cortezas "cocodrilicias" del sentir
que emerge chorro, de la cantimplora del alma
como en una carrera de "panty"
porque anhelo poetizar la belleza del cemento.
La de los ojos de la gente que con la primera niebla
reparte folletos en los buzones.
Los que asidos a sus carros golpean su rodilla en el socavón
del callejero.
Los urbanos que despliegan las mangueras
disipando el hedor del orín de los festejos noctámbulos.
Esa, es la única belleza que importa. Tal vez,
la que parca se valora porque, también, tiene el verso
de la tetraplejia , el éxtasis.
E intento con mal fruto que la avenida sea
de los expulsados del paraíso por los azotes
de quien aparca la palabra entre su ruta.

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