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Mostrando entradas de abril, 2015

Valoración de los hechos a conciencia.

De la aceituna ni el hueso. Tirando de los pétalos, desnudaste mi cuerpo y ni quisiste la profanación de mis calcetines. Eras llevabas con una rúbrica de anónimo  velando los comentarios de mi blog, con preguntas osadas que pensé errónea que eran de mi buen amigo pato. Fueros años de vigilia, de estudio de minas, de mirar con lupa cada arritmia de mi cara; por eso tú sabías de que sabor eran mis almenas, qué fácil, hombre de libros, que seguías el rastro de cada piedra desmoronada de mi muro en mi vía crucis;  me conocías antes de que yo lo hiciera. Y demostraste que un hombre no se mide por su envergadura. Fuiste el manjar de una noche  donde abrí las caballerizas y dejé libre las yeguas para pernoctar en la montaña. Por qué cosiste en mi periferia las caricias más hermosas para que fuesen solo tinta de páginas. ¿Por qué? Si la poesía era la perla de la ostra,  yo te la hubiese dado sin la esperanza del jugador que ansía el seis...

Isolda lanzallamas

He de reconocer que no tengo pinta de ninguna de las tres, caravelas; que en cada lóbulo de mi oreja llevo el orificio de una aguja atravesada cuando era un bebé recién nacido. Soy rubia Isolda, y llevo la clase mamada de mi madre. Me miran de reojo como la pija alemana que dicen mis amigas que parezco, comadres de toda la vida, la exacta de un par de juergas y lluvias en medio de la calle sin paraguas. Mi poesía social incomoda. Es un niña verde en un capó sofá. Marciana asumo que me gustan los perfumes franceses, pero, te advierto que lanzando piedras y llenándome los ojos de legañas por un ideal, no me gana nadie. Quizás fue Tous forever conexión o bajar las escaleras mirando los peldaños como la figurante de papeles pésimos, la educación castrense arrimada a la penitencia. No, no tengo semblante, de galeón pirata; en los gallineros me quieren  para levantar la moral de la costura. Y como cada uno que tiene su sino, de esperma congelado, agua...

Lola de Mairena.

La mujer Etna, habita en un volcán con sus cenizas, con la lava que petrifica la verdad en su avance. La mujer montaña en escudo  con la erupción ante el conformismo de gases que la ahogan dentro de un vaso de vidrio. Antorcha que prende  y una cicatriz, que junto donde empieza el origen de las cosas, preside la angina de sus dolencias, lejos de la garganta cráter para ramificar poemas  in extremis de un teclado que emana en cada temblor de tierra; con la costumbre de captar  el aroma rancio de una democracia corrupta: El ocaso de Pompeya. Lola entra en su cocina y percibe el azufre de la mentira y los demonios.

Emily

Sabes lo qué significa ser poeta, que te despedacen a trozos y ser devorado por el sistema. Tal vez, algo parecido a los radiadores  dentro de naves industriales con vestidos enfundados y un botón amarillo que gira oeste. He de admitir que en este encierro voluntario, mi humilde Tibet: Clarice Lispector, Sylvia Plath y la poderosa Emily Dickinson, mora en una cocina de árboles que cuelgan de hierros obscenos. Celibato por elección y una muda de pliegues que empujan al canal del parto del culo de una mariposa. Tal vez, algo similar a las caras del público en los estadios, y a las aguas rosáceas de una mujer ovulada . La poesía es tosca, engreída nuez de galápago. Yo sé que tú  la notas como te penetra y te posee, también, he tenido días de humo galleta donde la desesperación era un piano sin dientes. Yo soy presa de su letra consigna, no me importa que cada parte de mi cuerpo sea para el hambre, la pobreza, los mares con ojos negros y las ra...

Cruce de cables.

En la recepción de los centros comerciales yacen butacas tapizadas de cuero plástico, que por un euro hacen las delicias de todos los cuerpos centrífugos, desde la arandela hasta el escorbuto. Si he de ser sincera, si me dan a escoger entre el poeta y el pulidor de vértebras, me quedo con el primero, sin ninguna retina oblicua ni epifanía de erizos. Usted, sabrá, su conveniencia si vale la puerta el retiro para la satisfacción aleatoria o se sacude el polizonte que lleva dentro tatuado, carpa ostentosa para ser del universo. Personalmente, yo un día tomé la elección, pero, no se lo reprocho, que en su exilio de gamos y narices ortopédicas. Uno prefiera reservar la dentadura para los banquetes con hueso, y yo no soy más que el níspero que cayó del carromato. Y si me dan a escoger me quedo con el primero, con su poema desguazado, su guadaña perenne y el precio de la terquedad supina. Aunque, tiene usted, infinitas las razones. porque para ser, vivir, def...

Inmadequé

Porque un poeta puede ser sexo y un borracho no ser un poeta, y platicar ambos con la verdad. Vamos dando palos de ciego en la orna-mentalidad de buscar el Grial a base de rimas, imágenes contundentes como si en realidad fuésemos cámaras de televisión con la foto movida desenfocado el título del libro. Aprieto fuerte mis senos, mientras aún reste la gravedad absoluta. Río ante la barbarie y callo como una calle sin nombre ni puta con farola, nos repugna el porno, las bocas del mismo género, coleccionamos imágenes de guerra como vestidos de fiestas lejanas y resoplamos por la suerte de no vivir en un zulo con los cuellos de las camisas a las cadenas del consuma y vencerás. Pero, no nos abochornamos ante los cuerpos decapitados, la sangre que pinta manos, y los desahucios arrastrando niños con calcetines de rayas. Palestina llena de gracia, somos el continente en decadencia, por delante del vecino de barril y estrellas fugaces. Los nuevos conquistadores fab...

Milímetro.

Cuando estoy lejos de ti me elevo cinco centímetros del suelo. A cinco centímetros de tu boca y los nudillos son alianzas, diplomadas para la tregua. Tregua carnosa de cinco centímetros con los sabores cardinales de la lengua. Entre los dientes y una campanilla de feria. Cinco centímetros, centinelas mesurados, de cables a la distancia de mi cara, de la batería al depósito, de la tarjeta SIM a la vida; cinco, ni cuatro, ni tres. Operadora de la red fija en una meseta o tarifa plana izada bandera del peso de la prudencia de los cinco centímetros: de vasos a cucharas, del pensamiento exacto del pico azul hacia la cuartilla. Y sabes, es la medida perfecta para ser feliz y comenzar de nuevo.

Diagnóstico ameba.

I Soy autodidacta, aprendí a levantarme sola como el potro recién nacido; a lamer mi pelaje como los gatos callejuelas. Con la indeterminación exterminada me coloqué prótesis, congelé mi corazón a la gota fría y fingí despertar cuando estaba muerta. Autodidacta de publicidad gel y diccionarios entre apostillas co n un poco de cemento  cuajado con la lágrima y el yeso, pues, eso. De ojos cerrados, detrás de una gafas de verano y el árbol de la sabiduría con orejas por frutos. Para edificar un puente a cada libro que desde niña nivelaba la pata coja de mi cama. II Autodidacta. ¿Y qué? Una aprende latín hasta de los pulgones de las lechugas.

El número 144.

-No te muevas y cierra los párpados, le dije. Y acercándome dadivosa empecé a pintar sus labios con el rubor, número 144. La sonrisa se quedó del color de los biquinis de Calcedonia. No te muevas y estira la boca, le dije. La barra se desliza, entre tus comisuras, anarquista y sin censura. Estás precioso con tu barba de dos días, maquillado, con los liberados de la verdad.

O

Le pido disculpas lavadora, si en los últimos tiempos no hablo mucho con vos. Y os dejo con vuestro vocabulario de oes, de OjO, OrO, OsO y varie-dadOs. Tengo un amor metido en la ingle, y no hay travesía que el buque plancha que navega anegue. Últimamente, debato entre los olores de los suavizantes, si es mejor las cápsulas o el detergente en polvo, olfateo las flores de sus etiquetas y me sumerjo en marinas empapeladas a un plástico, a ver si aparece un sol, o dos,  o tres. Y todo reverbere tu sonido de limpieza, ergonometría del lavado, que enchufa y descubre durante el tiempo de remojo. Mi corazón entre calcetines y pelo de gato.

Sin título.

Qué cierto es que el amor se demuestra con detalles, hace tiempo que vivo alejada de tu mundo de pájaro, y la verdad, que me dieras a elegir entre la poesía o tú. No tuvo muy buenas consecuencias en tu caso, ahora, en este momento de noche a rayas delante de la luz copo que me enciende las pupilas. He constatado el amor que aún sientes por mí; abriendo un archivo con tu nombre. Mis versos como rosas de parturienta, podando cada paraguas en una gesta de mago. Qué hermosura el labrar la página en regatas. Disculpa, cariño, si con estas prisas no tengo tiempo para tus manos. Tomé el barco un martes de tormenta y aún no he llegado a destino. Qué ganas tengo que halles una mujer bronce y le des el loto que en mi piel no halló tierra. Cuántas horas te costó este ramo de abecedario. En pequeñas tramas, el amor, nunca se termina. Aunque vivamos en diferentes aunque nunca volvamos a ser amigos.

Parabrisas.

En este trópico de trozo de noche embriagada por  mi mal beber, voy acompasando la jota con las vocales: ja, je ,ji, jo, ju, ju, jo, ji, je,ja. No sé como la niebla se sacia en mi respiración, y las piernas autómatas me han llevado a esta quilla de calle. ¿Qué hago aquí igual que una colchoneta abandonada? Apenas vira el norte, y mi cuerpo en nausea por los decibelios mal digeridos en forma de alcohol ¿Qué hago en frente de tu casa? Si tú no estás... Mirando la ventana que tantas veces nos vio haciendo el amor. Y las cuatro patas serenas de una cama con un colchón sin mácula; que, a su vez, también mira el marco que contuvo cada uno de los pedazos de cielo de la clandestinidad de los materiales: Jade. Jewel. Joya. Jirafa. Juicio final.

La lengua de las mariposas.

Una vez un hombre dijo  que era una mujer de las que dejaba marca, marcapáginas, marcapasos, mar cante, marcadillo, era una mujer que por lo visto marca bala yugular mientras estiraba sus brazos y las heridas resplandecían en platos giratorios de bares de medianoche. Mira, mujer, marca costra, cicatrizante fenecida; lo que has hecho en cada uno de mis vértices, llevo tus letras clavadas. Una mujer, como tú. Marca. Mientras se desangraba no entendí nunca  su significado.

La resurreción de Britney.

Cuando decidí apuntarme al gimnasio, era conocedora de la imperante necesidad de buscar un punto de referencia. No iba a machacarme las lorzas, sin una beata, que protegiera y motivara lo suficiente. Para sentir toda la energía cosmética y la disolución de las grasas. Estaba a punto de abandonar, cuando una visión me trasportó a la claridad más celestial de una banda depilatoria. Britney, ella se apareció como una azafata de Air Algerie, frente a mis retinas de adicta a la glucosa, hidratos de carbono y todo lo que finalizara en fina y segura. Spears me has dado la fuerza megatómica, tú que has reventado varias básculas, juzgada con rapada incluida. Con escándalos, exparejas, familia de explosiones, partos múltiples y borracha en los mejores antros de city Barbie´s. Rubia. Yo puedo. Yo puedo. Yo puedo. Vamos a invocar a  Britney Spears, todas juntas. Porque nosotras no somos de la era digi-mona, somos del Comando "G" , y Afrodita sacando tet...

Repudio y exilio en ruina.

I El ventilador no cesaba  de dibujar círculos sobre las cabezas coronando la conversación  de una mater omnipotente. Rompiendo la calima, ella golpeó tibia la espalda con peso de ala de mosca. Y detrás de cada mechón le propuso un viaje. Vete un mes a Glasgow. Allí no te conoce nadie. Hablaré con la familia para que te aloje, te revisará un médico y no repararán en agasajarte para que tengas buena clientela. En un mes: 20.000 euros, 30.000 euros, o más.  Dependerá de ti misma si quieres volver rica o sólo recuperar parte  de lo que te ha estafado ese bastardo. II En Quito hace calor, y los niños se bañan desnudos mientras lanzan muescas a la marisma de los langostinos. Me levanté con una anguila hospedada  entre las vértebras. No dando crédito al escorpión sonoro de la canción de cuna, de una madre a su primogénita. Y empecé a deambular, perdida y ciega, sin rumbo ni nido, habiendo perdido todo el océano en una apuesta de ...

Baila Úrsula.

Hacía calor en la fabela y las niñas de rizoma, con su resplandor inocente, coreando a la pequeña niebla del cabello de tabla; le decían: -Baila Úrsula. Baila cómo una egipcia. Y Úrsula, entre voces, iniciaba la danza peculiar que tanto agradaba a sus amigas. Ella avergonzada, no entendía porque era la única de poder ejercitar esas poses en manos y cuello, y codos, y espalda; dando volteretas sus articulaciones, sin pausa, las niñas de la fabela exclamaban: -Baila Úrsula. Baila cómo una egipcia. Pasaron años, y un día alguien le obsequió una palabra, llamada: Samsara. Cuando visionó el vídeo, se miró las manos y recordó a las niñas, torbellino del extrarradio. Con la mancha filipina de su abuelo Francisco en guerras que movieron a los hombres, enucos por los matriarcados, fuera de la isla. Entonces descubrió que el destino se halla en la corriente marina que la arrastra a ese continente. Ya, sabía lo que era y era la salvia, la selva y el salvado...

Cronos

Esta estúpida manía de medir el tiempo desde lluvias pasadas, en una búsqueda de dominar lo inalcanzable. Iniciamos la metodología  contando el sol y la luna, para engendrar al egocentrismo de profetas en calendarios con el antes y el después. Esta mañana, al observar mi tímido rosal descubrí un crecimiento inusitado, apenas cien giros en una cama, un desayuno  y la ducha perezosa. Y allí la planta, me llevó a la parodia que quizás ya ni la luz ni las galaxias sean relojes; tal vez, debimos aprender a contar la vida con la celeridad de la naturaleza y sus verdes .

Menos mal.

A punto de ceder el alambique a esa presión sin atmósfera, justo un metro y dos líneas de la hecatombe. Te hubiese propuesto mi hundimiento trasatlántico. A un alto porcentaje de perder la dignidad. De no ser honrados con nosotros mismos, con el acuerdo del karma para ofrecer mi volumen intrasosiego, al papel mediocre de un acontecimiento tridente. Ser la madriguera furtiva, la querida con luces a los focos de los baños. Estuve a un hilo colgante de falda, un bostezo de equino, un pellizco de teta. En ser lo que muchas y callan.

Exit.

Mi mayor triunfo hubiese sido, que tú me quisieras. II Por favor, no me alejéis de la sombra del cerezo con la espalda escuadra a la corteza, quiero vivir en el territorio exacto de su sombra con el coxis clavado en la tierra húmeda esperando la fertilidad de marzo. Mi triunfo, un amor de vasos de agua, sencillo como alpargatas de labriego. Hubiese sido. Que tú me quisieras. No me llevéis a la vorágine, agua con vasos es lo único que os pido. Como un esqueje de invernadero rodeada de libros  bajo ramas que florecen uñeros con la brisa de todas las puertas que he cerrado. Oler tan bien la página en este lado de la biblioteca sarpullido por el pétalo confite. Cerezos en flor. Aguardando que llegue el triunfo. Sin soldados. Ni bombas. Que tú me quisieras.

Voleibol existencial, pasa la pelota.

I El descarrilar de la era, el saber batracio de cada uno de los elementos, grifos abiertos sobre la vajilla, altura de cada peldaño fregado con esencia de lima y no hallar respuestas en el cubo. Una anda, con la elasticidad a tientas, tomar la "i" del idiota y la curva,  lo suficiente para que sea de "c" de cascada. Ir en una medianía de árboles de morera cuando ya no queda gusano  shine  estancado. Ayer, que tenía todas las hebras y nunca hallaba hojas para su sustento. II Amamos la hipocresía del cisne de la porcelana, edulcorada muerte en baúl de roble y acribillamos las letrinas de información multimedia. Nosotros que respondemos sin efecto. Si hay ternura, tedio o volumen; porque el músculo tiene memoria y nuestro cerebro responde a la estética  de formas pegadas al suministro eléctrico. Amamos lo inexistente... Prosigo sobre la acera, grifo cerrado, escalera seca. El olor del fruto incipiente de la mora me sufraga en re...

Orion y Andrómeda.

I Entiendo la multitud de su lengua cuando rogaba mi perdón de un modo reiterativo. Él, sabía, que era un plato de loza colgado de un gancho plomo. Y que a la mínima embestida, caería a la tierra trasformada en conchas. II Habito anacoreta, anillada  asemejando caracolas diminutas en hortalizas de mercados de carretera. III Le amo, y no puedo quitar estas vías que venas recorren mi mundo interno. Topa con ciudad Hígado, pueblo de Bronquios, aparato genital en desuso y toda la aurora vertical de calles que dibujan  la constelación escapular. Tenemos un problema. Y no hay modo de recuperar el terrazo después de que el salfumán lo haya bendecido. Una señal identificativa, y el temblor, y estar próximos, a pesar, de los miles de kilómetros que separan tu cabeza de mis manos. Me siento tan libre cuando no estoy contigo; que ni las maceraciones de todos mis órganos pueden vetar este sentir de urracas. Brilla, sí, mil veces brilla, esta carga....

Jardín de letras poéticas.

Las fresas son ocres en el macetero, y mueca atornillada contemplo el pasar de colinas de coches. El amor, es neutro. No entiende de géneros. Luchamos con los verbos, la parsimonia del sustantivo y toda una pirámide de calificaciones. Y es, en la preposición y  en las conjunciones de frases amarillas. Donde el viento siempre se oculta.

Para ti y tú lo sabes.

Las cuatro de la mañana y emerge la humedad por las rendijas de los refrigeradores. Sentada, en un taburete, la luz caoba parece una guinda que saluda a la sensación, que ya voy pasada de copas. Si tú, estuvieras aquí, a mi lado, como el guardarropas y este posavasos trapecio, no tendría la sed mugrienta de tu olor. Ni el disco metido en los auriculares, ni la falda menguada, ni la luna por réquiem. Descosiendo esta añoranza con tequila, anudando medias para no caer al suelo  de moqueta salpicada de cáscaras de pistacho con un viejo que pulula mi escote. Cuando hablo contigo me guardo las rodajas de limón en un plástico traslúcido, y expreso alegrías cerezas para no decir que sin ti esta ciudad es pueblo. Que las curvas se hacen borrachas transacciones y que el vaso está vacío entre mis piernas añorando la delicadeza con que cantabas entre nubes a mis ojos.

Casper my friend

Siempre ha habido una alianza especial, espacial, con la luz y mi mundo. De niña, la bombilla de mi dormitorio de señora de cien años, nunca cesaba en su parpadeo. Con cierto temor, la contemplaba durante lo que fue el ocaso de mi infancia. Pensaba que quizás algún espíritu se electrocutaba con la tulipa, o jugaba a la comba con los cables eléctricos. Esa maldición de calambre prosiguió en una celda  cuando las monjas francesas nos llevaron de excursión a un convento de clausura. En cada una de mis casas. La lampara se rebela con mi presencia, tartamudeando guiños que rebeldes hacen que la decoración sea un ojo gigante que se enciende y que se apaga. Una sabe que su energía sucumbe a la duda meteorológica. con la razón cirílica de la tabla de Valencias, redonda y de hartura. Que de noche sucumben a la indigestión de los apliques. Y que ya hace décadas que convive conmigo como una nebulosa que me recita morse y cuenta historias de estrellas hasta...

Gym tracción.

Era el centro universal de todos las esencias humanas licuadas en mar, vamos, sudor, para ser más francos. El hombre y esa búsqueda, eterna compinche, de nuestras raíces. Cuando éramos salvajes y trepábamos árboles, movíamos pedruscos y Tarzán habitaba en nuestras venas. Ahí. Cómo una seta en el bosque. Lladó se halla en un ecosistema de grecorromanos y ninfas fluorescentes, con más timidez que arranque, con la camiseta más larga que había encontrado en el trastero. Inevitablemente me sentí poeta, salió la asocial a gatas, al iniciar mi primera clase delante de una máquina simpática. Con cero compañeros y en penumbra; mientras  la colindante estaba comprimida en una cruzada de spinning con todos los rayos solares de un estadio. Las dudas de Hamlet vienen a mi encuentro: ¿Qué carallo, hago yo aquí? Y de repente, una que sabe que existe vida en otras constelaciones; apareció el ángel San Gabriel, ataviado en una malla verde. -¿Qué te pasa mamacita? ...

Sin título.

Depositado el tintero apuro las gotas del poema en estado comatoso, con osteoporosis de ángulo, de las esquinas creadoras de letras que parecen calles, en vez de glorietas. Llevo ya de retiro en el Tibet, muchas lunas, con la largura cronológica de un ancla que descansa en isla. Yo quisiera que en mi jardín nacieran flores hermosas, pero, la soledad se cobija entre mis costillas entrando un temblor de niña abandonada en una gasolinera. Si este hueso, quebrado, la descalcificación nicotina, el músculo flácido que sostiene erguido demasiados orgullos. Con la artrosis haciendo muecas al espejo, y subiendo la pendiente en innumerables ocasiones. Con un dedo, miro mi ombligo, tomo una semilla y la planto en el centro terrestre de mi vientre. Cuando se irá el sufrimiento, y el lastre soltará todo lo vivido, como habitante de un submarino con cólera. Hay noches que el terror vira con el viento. Y viene mi pasado a devorarme los ganglios. Quisiera que ...

El cuento de Flandes

Erase una holandesa errante, que habitaba cerca de un invernadero. Todas las paredes de la casa estaban acicaladas por un despliegue de tulipanes y con sus zuecos de madera regaba de palabras cada flor. Vivía con tres cacatúas, sí, ahí, mirando a su panza, tres cacatúas, y la decisión que la normalidad urgía en su salsa existencia. Entonces, decidió invitar a Aafke a cenar. Su primer deber era recuperar la amistad de aquel hombre de cuarzo. Aafke cuando se personó, después de "75" mensajes, se le cayeron las lentejas de sus ojos, y blanco atónito empezó a contar las cacatúas. He de decir que Aliet sonriente, estando quince segundos sin respirar, aguardó su benedicto. Las cacatúas, hicieron, lo mismo, con su veloz análisis de las cosas, y redimidas se frotaron mimosas al nuevo huésped de la casa de Holanda. Incluso la más arisca de las aves, dio su bendición, a aquel visitante que había tardado cinco meses en aceptar la tregua. Aliet con...