LA REINA HA CLAUDICADO

Ni la más bella poesía
puede ocultar la fealdad del entorno,
vivimos como los caracoles,
atrincherados asustadizos por los cambios.

Pierdo el tiempo
buscando una magia muerta
en tus labios de anaconda.

Te enroscas en el más estricto aburrimiento
convirtiendo las tardes en una obligación.

Cansada de oír tus negativas,
respiro hondo,
y pelo las patatas con el abrecartas,
y pego el sello a tu frente
para que  embarques en un barco de papel,
a Marte...

Agobio es el destino,
sentencia: remitente.

Haciendo aspavientos con los gladiolos
de tela
del jarrón
del hall.
Busco un sueño;
un hombre que no sea de cartulina,
ni un saco de cebollas
que sólo hace llorar.

Caracolas, babosas y sanguijuelas...

Me niego
a seguir haciendo tortilla de decepciones,
para el sábado,
fingir que no me conoces
cuando aún hueles a mi suavizante.

                                     LLuïsa Lladó.

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