Frenesí

Hemos aprendido a matarnos
lentamente.
A resguardar del frío el último pecado
con nuestros difuntos
en las estanterías de Ikea
como muñecos de anticuario.

En los dedos dedales
para evitar los rasguños
cuando como bestias de la selva
hurgamos las pieles despellejadas.

Caricias de fibra óptica.
Qué transfieren el latido
a cada una de las secuelas.

Que al llover nos aseó del arrepentimiento.
En la selva jueves
del desempate técnico:

Ya no sufrimos versus
ni nos hacemos daño.

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