Dirección prohibida

Esta noche pienso en ti, inevitable.

Mantra corpóreo que alimenta mi sed.

Si yo pudiera vaciar

este devenir rastrero

que siento cuando tus ojos 

miran hacia mi abismo.


Si supieras, la vergüenza que acontece 

y las ansias de azotarme

hasta caer en los huesos 

por el agravio que supone 

esta atracción de imán 

que te deporta a un lugar 

de desaprobación, de ignominia.


Si tú supieras cómo mi lengua 

te recita; mis manos se convierten en flores,

trepadoras del incienso proscrito y abominable, 

con el hambre a tu garganta.


Yo tengo que tomar una decisión.

Esta impostura escarmienta 

cualquier propuesta de acuerdo.

¿Y qué hago con todos estos adjetivos?

Con este frenesí que avanza 

como una ola rascacielos 

que devora en un santiamén,

lo que yo no busqué ni por un instante.



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