Lo ilegible.

Puedo asegurar que mi decisión
fue salomónica...
Cómo desmembrar el árbol
de su hoja.
Anudar la raíz.
Romper el material de auxilio
para elegir la nada por el todo.
Y se sobrevive, sí,  a la plaga.
A la palabrería de tendedero.
A la purga
de saltamontes arranca alas.
De agujerear el cerebro tronco
en una trepanación
de serpientes de titanio.
Un clavo de estigma.
Para los que no quisieron en el juicio separar.
Porque el amor existe
aunque no nos veamos los ojos
en el espejo.
Y siempre pierde
el que elige lo mejor para aquellos
que de su bosque
hacen el recuerdo petirrojo.
Fue una decisión salomónica:
el corazón o la cabeza.

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