El duelo de los sauces verdes.

He vaciado los bolsillos
con la intención de encontrar
la llave para abrir el corazón
de las personas que comparten mi sangre
en un cubo de Kubrick,
que por muchas vueltas
de que disponga el artilugio
la cara azul del consuelo no se observa.

Una llave que en vez de abrir
aprieta el diálogo en un "no" rotundo.
Tú que planchas los montes.
Y saltas las acequias al esquivo.
Que eres capaz de cortar con una mano
el horizonte y huir simplemente
cerrando la vista.
Te has dado la vuelta entera.
La piel al revés desafiando a la lluvia.
Porque jamás llueve del barro al limbo.
Ni las vértebras ven el color de la butaca
en que se acomodan.
En esta araña que rodea con su cable negro.
Capaz de oler mi pesar y no entender
ni con Google Traductor que
el rencor aniquila y que de su semillero
noches de insomnio nacen
con fantasmas sonámbulos.
Todo lo material tiene una cerradura.
En cambio, los niños no volverán a ser niños.
Ni recuperaremos los otoños
sin aparcamiento.
Desangrarse a través de las palabras
y llorar la propia muerte
para los que nunca me quisieron
en su barca.

Comentarios

Entradas populares