La piedra mágica

Naces de la vertiente de los perdedores
en el reguero de la corriente helada
la que notas como se impregna de ti
entre los arrecifes de tus piernas.

Te sientes un poco crónica, un adefesio cromático
de sin quehaceres tenues,
buscas la amistad en donde se cree
que el interés es tu estandarte y te haces
a un lado,
tan a estribor
que caes de la eslora
y realmente cuando cortan la "fota",
la punta de la arista, te importa un rábano.

Tú, poeta, de suburbio.
de la entereza de estas manos
de trabajadora por turnos.

Sabes que Ítala no existe.
Qué la pose es un soneto malabar
y que la buena intención guía tu cansancio.

He mirado al mar moto. Al mar cuervo, al mar poliedro.
Y presiento este desgaste
de gente que no vale más que un segundo.
Y los siglos aparecen en oraciones
de difuntos.
Nunca he deseado el mal a nadie.
Sólo me alejo.
y de la piedra que me lanzaron
hago un sendero bellota
para alejarme de los que no quieren.

Así ya no tendrán que ignorarme.

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