Los osos amo rosos

Tener un amor, no es un tenedor.
Es ver tu rostro inverso en la cuchara. La mano que araña a otra mano.
Y la palangana.
Y la tirita.
Y tal vez recoger el chicle mascado del suelo.
Y de tu mano estirar lo suficiente
el alma con residuos
para unir de un extremo a otro:
La lengua, el borde de tu labio.
Tu sexo contrayente.
Aunque el tiempo selvático.
Y la luna sea la chimenea del váter.
Todovidasepalotundrayaguanieve
Rojo pedrusco.
De ropa vieja para cocinar el caldo.
Del estrés y la falta de cobertura de los cuerpos.
Cesta y vianda.
Cortejo y escopeta.
Amor, divino duende.
De casting y de postre.
Te quiero. Aunque crucemos los pasillos
de la casa tan rápido
que no nos veamos.

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