Jaque mate

Hay horas que basta un segundo
para el desmoronamiento.
Qué caigan los libros de los estantes.
Qué la uña se quiebre
y te cortes el dedo con el filo de un folio.
Para estar y ya no ser.
De un vivo a dos muertos.
Caruseles sin caballos
de esos breves y de pajizos trances.

Del olor a plástico quemado.
De ascensor roto.
Donde la tristeza de los patos,
vuela por tu garganta.
Y el palé con la basura pesa más.
Y la cama ha mudado al sofá de la sala.
Días que buscarías el botón rojo
en el mando de la tele.
Y envidias a los osos panda en cautividad.
Para coger tu mano con ahínco
y percatar que es mi mano.
Por segundo.
La detonación de las palabras.
Y de nuevo un tiovivo sin caballos.

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