Despertar sin aire

Los oídos, silbatos de cima,
cuando la noche ataja al sueño
en la emboscada de abrir
los párpados ante la belleza oratoria
de este mal de altura.
Cruzar la calle del sueño
y el té de un claxon te despierte en la mediana
de un minuto a otro minuto
con el aire y la imagen del ciervo
entre la bruma.
Quizá la ansiedad sea un animal
deslumbrado por los faros de la gente.
Y el corazón un lobo viajando a la boca
de un gesto de ahogarse y no notar el frío.
El poema que responde
y callada la sangre.
Encendido piloto de pruebas
de un gen y los mercenarios
afilando sus rifles
para cazar a la herida.
Mujer, de tacón
de bisturí.
De toque y radiografía.
Este modo de despertar del sueño.
Y venerarlo por tres veces
Como un anuncio de gel.
De hipocresía caballo.
De pensar. Por no creer.
Que el daño vuelve aunque ya no bala.
Y verte menuda dentro del plato de la sopa.
Con distintas etnias.
A cuatro manos.
Y el corazón entre los dientes.
De pena.

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