Canta al oído aquella canción portuguesa

Tenías que tomar un avión
hacia Oporto, pero el cansancio
ha mermado tus ansias de quemar el mundo.
Estás como una figura de Lladró
sosteniendo una regadera
con el esmalte barnizado
de reposar el alma
que a cachos pulula por el riego sanguíneo.

Oporto, debe ser una ciudad  fluvial
llena de recovecos con amantes
embriagados por el vino.

Pero, estoy inmóvil, viendo los acontecimientos.
Y si volar ya no te levanta de la silla.
Pobre diablo eres
con la necesidad de dormir.


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