Mar

Soñar con un delfín gigante
que se acercaba hasta el dique.
Tal vez es la añoranza salina de
las ganas de volar sin alas.

En la cocina
con parsimonia limpié los calamares.
Con la tijera seccionaba
su viscosa fragilidad de vida.
Ellos ya estaban muertos,
como los amantes que un jueves fueron lava
y ahora petrificados ni hablan,
ni miran, ni respiran.

El ojo del calamar,
que me transporta a las aguas
que una vez fueron canal, dentro
del problemático laberinto
que los sucesos nos traen,
como invitados con el día erróneo
sin silla.

He soñado un delfín.
Tan grande que parecía una ballena.
Ha venido a saludarme.
El arroz está casi listo.

Y cierro el fogón.

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