Detergente granulado de lengua.

Ha llegado un punto que sólo te importa
lo que no te hace daño.
Qué tomar la medida de las cosas:
el azúcar con el mástil de una cuchara,
el cazo resuelto del detergente,
la complicidad del beso.

Se mesuran con la instrucción
de que no por mucho
ni se ama ni se asea o edulcora
lo que realmente precisa
de nuestra parte

Polígrafo del que a veces
un rato es una carretera interminable
(y no una rata en la mandíbula del gato...)
Y que por mucho mejunje
que apliquemos a la herida.

La herida resolutiva: duele.

A pesar de que creamos
que con la cantidad exacta
podamos salvar
los trozos de vida en extinción.

Dulce, limpio, baboso pringue.
Que nos mata
con el fin de todo refinado
proceso.

Así que besa, bebe y beneficie.

Yo sea feliz.
De una puntería vez.

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