Gacelario

Tal vez nos excedimos con la velocidad.
Y el auto igual que la pantera
atravesó la selva
arrancando de cuajo la esperanza.
Íbamos al límite,
conduciendo temerarios sin ser vistos.
Mas atropellamos a la gacela
y nuestra inocencia fue truncada.
El protocolo exento
en la noche.
Las manos trémulas.
Y el animal moribundo
anidando la turbia mancha de su sangre
en el asfalto.
La inocencia petrificada.
Mientras la huida silenciaba un pacto.
El punto de no retorno de los cuerpos
cuando son consumidos por la lujuria del que conduce
matando a la gacela.
Nadie nos vio seguro.
Era de negra la noche.
Nuestras huellas la lluvia se las comió todas.
La humedad del muro
posee un lenguaje moho
incapaz de ser descifrado por el humano.
Y el carmín de la servilleta
no tiene boca.
La gacela.
Y un gesto epitelio en la sábanas.
Nosotros nunca estuvimos allí.

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