Tengo frío. En la soledad de las luces.

Las fobias van aumentando con los años.
Y me quedo nudo viernes
de disimular el temor
que como una llama tintinea.

Me abrigo cebolla. Con varias capas.
Y últimamente me cubro la cabeza.

El dolor siempre tiene frío.
Y muerde el hueso. Y libera las nieves
dentro de un cuerpo caverna.

Me tapio. Cubertura de ropa.
Y dejo la luz encendida.

Es mi manera de volver al útero.
Y sentir el latido de mi madre, a través
de la noche. No quiero dejar a mis hijos
sin el faro que inconcebible
se erige hacia las islas.

Tengo frío de la gaviota gris.
Tengo el frío políglota.
De temblores y silencios.

Del cansancio voltereta
que a sacudidas
me encoge.

El puta frío de la mortaja.

Qué vida es la que ostento.
Perdón por no saber.
Y por el retraso de las amapolas.

Qué el hielo se apiade de nosotros.

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