Lunas nuevas

El intento frugal de definir el origen trapecista de mi "omnimundis".
La complicidad araña
de balancear mi cuerpo
de un lado a otro. Sólo era un viaje:
el culto nómada de mis ancestros.
La necesidad del instinto selva.
Como al perro de caza
que le dan una pelota de goma
para que juegue.
Le expliqué que era preciso,
la inyección de emociones.
Cambiar de aires, de muebles internos.
Que sólo era un viaje.
Mi ralea de entender la vida
en el oficio
de conocer nuevas formas.

La sanación de las heridas,
el remiendo, un trozo de retal
atorando la pérdida de los almendros.

Un viaje. Exótico y divino.

Luego regresaría a casa. Cómo siempre.
Con el pelo almidonado.
La cara limpia.
Los tatuajes de cada una de mis paradas.

La necesidad del movimiento.
De asumir.
Un viaje.
Qué la mujeres sentimos
la necesidad de los candiles en primavera.
Cómo los exploradores, el investigador
médium atómico de piratas
y sueños de Orfidal.

Luego con la ducha la tierra se desprendería.
Y la maleta preñada traería un cansancio vástago.

Pétalos desprendidos por el viento.

Déjame, viajar para escribir.




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