El farol

Ayer, era sábado y amaneció
árbol de ruiseñores repleto.
Tuve fe y descanso,
su tez era rosa, y no ortiga.
Y la vitalidad rezumaba
en la asepsia de un cuarto
moho, de cristal tapiado.
Aparatología de náusea.
Me sobrevino una paz
igual que un blanco al izar la.
Pero, el frío aspero
de los aguacates, trucó la noche
por insomnio. La tregua
había sido un farol.
Y con la oscuridad la habitación del hospital
se convirtió en la pajarería negra
del vencejo.
Su piel terca. El colapso de los organismos.
Y el cansancio hiel
se apoderó de sus ojos.

Las dos de la mañana.
Falsa alarma.
Tengo en mi pecho un imperdible
y estoy luchando
para no salir corriendo por las calles.
Con gritos y desesperación.

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