Avestruz

La niebla ha engullido a la noche
recreando una estampa londinense
que atraviesa mi cuerpo, mi rotura de cansancios, mi silencio bípedo, la envoltura
de un abrigo que esconde un bulto
de dolores innecesarios.

La lejanía opaca de las calles
y los peones de la nocturnidad
haciendo un paisaje incierto.

Parece que las nubes decidieron
esbozar y almohadillar mi pena.
De bolsillos con pañuelos de papel.
De maquillaje desorbitado.
De futuro relleno de espuma.

Tengo una fatiga extrema.
Sobre pico. Cabeza. Astilla.
Rebaño de asistir a la imposibilidad
de cuidar y parecer que sobras.
Es tal vez una triquiñuela
por sandeces que fluctúan en su barriga-seso.

Cómo añoro el contacto físico.
Cuánto daño enquista esta pose indiferente.
Dónde descanso estás dando cobijo y espera.

La niebla. La niebla me dice ven.
Y yo voy a caer en cualquier momento
sin red.
El desplome del agotamiento.
Y ser de nada.

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