Los arcanos.

Tengo los pies dolorosos.
Y en cada hueso que tengo
una letra cribada.
Criba de tanto enjambre,
de las espuelas que en canal
de parto ya se aposentaron
igual que una mariposa
sobre la llama. Llamar
la noche y verla "luciérnaga"
de conchas marinas.
Es la negra que viene
en el sueño y te mece,
cementerio de temporizador.
El cuerpo excremento.
En el manjar de tela.

Tengo la veracidad de la nada.
Estrellas en el intestino.
Burbujas de sal en la saliva.
Me duelo toda.
Con morse desde el cerebro
hasta la tecla.
Para agonizar la palabra
que es pronunciada
desde el foso, donde.
Muere su gemido
fluctuado, pies y no alas.
Temo a la iguana.
La redención.
El cloro que expulsa el grifo.
La mitología del uranio.
Tengo pies y no los uso.
Tal vez escribir fue de cobardes.
Para recorrer mundos sin jamelgo.
Tengo a Quijote en un pezón.
Y a la caballería en forma de pecas
en la espalda.
Tengo doloso nudo.
Y mi cuello, epicentro.
Nacidos de mancha.


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