Imprevistos karma

Un rayo ha caído en un avión,
y todos los vuelos andan idos.
Y me quedo como un anís de confitería
con la maleta bostezando.

Quería viajar. Lo haré mañana.
No importa. A no ser que otro rayo
le dé por atizar un alerón.
Frustración de nómadas.
Oyendo el viento aquelarre.
Y con la paciencia por valeriana
para que aminore la tempestad
y pueda abrazar a mis hijos.
Besarles en la cara.

Charlar con mi madre.
Y beber ese café especial
con grumos.
Y volver a casa de mis abuelos.
Y presentir la presencia.
Respirar el yodo.
Amar la playa.
Colmar los ojos de dicha.
Pisar donde pisaron mis ancestros.

Pero, hoy estoy aquí.
Al otro lado.
Por culpa del rayo,
la alerta amarilla,
el viento y sus caracoles en patrulla.

Mañana esperanza.
Hoy.
Una tristeza azul
que vira en el interior humano
igual que una cobaya.
Dando vueltas sin cesar,
frenética,
de la cabeza a los dedos del pie.

Una cobaya que surfea con una palabra
sobre un mar de aviones y rayos.

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