Vías

En las estaciones
de las ferias
hilarates las pantallas,
el sol escondido tras la espuma.
Una madre atraviesa con sus ojos,
el cristal del
 vagón.
Cómo la lluvia que moja
el plástico de los coches
aparcados en doble fila.
La madre se despide de su vástago
femenino cáliz
de melancolía.
La adolescencia se mofa
mientras se encarama
las ganas por las cortinillas,
butacas azules,
moquetas de casas de lujo
en pasillos de raíles.
La madre ha reclamado
tres besos.
Tres besos.
Yo también soy una madre
con mis hijos dentro de trenes,
pasan tan veloces
que los leopardos son cojos.
Y la cara apenas
roza el latido de un beso.
Ráfagas.
Espumillones.
Araña que se deja ser fagocitada
por su descendencia.
Trenes veloces
en distintos espacios de tiempo.
Y el traqueteo del daño
en simiente.


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