Un átomo de tu bosque me saludó.

Esta mañana la calle despertaba con fragancias, procedían del llano.
Pino , algarrobo y resina
que en coral se manifestaron
y me vistieron de verde-búho.
Las esporas camparon
libres por las azoteas, los coches fríos,
la cara transeúnte
con el indulto de la ventolera
por despiste.

Y sembrada recogí la certeza
de que ya no todas las canciones
hacen llorar. Que el amor
se ha vuelto mercurio
y fluctúa según el decreto.

Los amores inmortales perecieron
de inanición; la colonia, la espuma de
todas las playas de porta retrato.

El olor fresco que te arrebata.
Y metes dentro como un sueño
anhelante de salir afuera
como las copas, los badenes,
cometas de caucho,
molinos felices
en la sintonía anarquista
de la ropa en el tendedero,
los flequillos, los ojos:
hemisferio a la tierra volátil

Esta mañana, estuviste a mi vera.
Y olías árbol. A madera verde.

Un día te añoro
como otro ya no sé tu nombre.
El viento y su cuerpo.
El viento
Sobrevino. Y se fue.

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